La brisa nocturna soplaba suavemente. No había ni un solo alma por la calle. Y desde la terraza del ático parecía ser poseedor de todo lo que alcanzaba a su vista.
Se sentó en una silla de plástico, presumiblemente de color verde. Quería esperar a que amaneciese. Solo así podría estar en paz consigo mismo. La luz de un nuevo día. Era eso lo único que podría curar esas profundas heridas.
Y mientras esperaba al amanecer, acurrucado en la silla, solo pudo hacer una cosa:
Lloró.
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2 comentarios:
no coments...
Es una historia ficticia. Cualquier relación con alguna persona real, o acontecimentos reales es pura coincidencia... xD
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